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Sara murió en Quiriat-arba, es decir, Hebrón, en la tierra de Canaán, y Abraham vino a hacer duelo por Sara y a llorarla.

Abraham se levantó de delante de su difunta y se fue para hablar con los hijos de Het. Y les dijo:

—Yo soy forastero y advenedizo entre ustedes. Permítanme tener entre ustedes una propiedad para sepultura, y que sepulte allí a mi difunta.

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